lunes, 18 de diciembre de 2017

El caso de Murcia como ejemplo. La elección de rector, su procedimiento, ¿está en la escala de la misión universitaria?

Mi amigo Pablo Artal ha anunciado su decisión de presentarse como rector de la Universidad de Murcia.

Al profesor Artal lo considero amigo basándome exclusivamente en los mensajes que nos hemos intercambiado a partir de algunos incidentes que él tuvo. Eran sobre las condiciones de entorno para investigar que se produce en determinadas ocasiones como Santo Tomás de Aquino, la valoración de estas actividades en la propia universidad, y las prioridades de los gestores universitarios de ese momento. Paladinamente el dilema se reducía a: botellón o investigación. Otro fue sobre paraciencias. En particular sobre la wifi académica (Eduroam y otras) como causa del cáncer, principio epistemológico sostenido por un profesor de Educación.

Entre los cinco candidatos que se han presentado, hay al menos dos más que también son buenos amigos míos. Lo que digo a continuación pienso humildemente que también puede ser de interés para ellos, para todos ellos.

Pero volviendo a la candidatura del profesor Artal, coincido en la casi totalidad de lo que suscribe en los cuatro documentos que he leído:

La columna de opinión en la Verdad “la ambición de una gran universidad” del pasado día 14, la entrevista en ese mismo diario , las declaraciones al diario La Opinión y la carta abierta dirigida a la comunidad universitaria.

Sin embargo disiento en un par de cuestiones, que no son menores, y en una cuestión de fondo en su análisis.

 La UM no va tan mal en todos los rankings. En el Ranking Web of Universities,  el ranking académico más grande de Instituciones de Educación Superior, publicado por  el Laboratorio de Cibermetría del CSIC,  sobre el desempeño científico e investigador de las universidades de todo el mundo basado en su presencia e impacto en la web[1],  la Universidad de Murcia figura en el puesto 15 de las universidades españolas, sólo por debajo de algunas universidades de Barcelona, de Madrid, la de Granada, la de Sevilla y la de Zaragoza, a corta distancia de la del País Vasco y por encima de la Carlos III  y de la Rey Juan Carlos de Madrid, de la de Salamanca, Valladolid, Rovira i Virgili, … y por supuesto por delante de la Jaume I:





Va además en el lugar 201 de Europa, por encima de la University of Plymouth, de la University of Essex, de la de Friburgo, la de Montpellier o la de la Ciudad de Londres, y a la altura de universidades como la Universität Konstanz.

Y en el ranking mundial va en el lugar 504, ¡uy!, por encima de prestigiosas universidades como la Thomas Jefferson University  y la Universidad de Nevada en las Vegas, de EE UU.  


En un ámbito distinto, pero también teniendo que ver con la presencia en la web científica, la Universidad de Murcia es la única universidad que tiene dos publicaciones entre las 20 primeras (top 20) revistas de Google Scholar[2] de todas las publicadas, total o parcialmente, en español. Son

Publicación
3.
Anales de Psicología
38
17.
Revista de Educación a Distancia
34

La distribución por entidades de las veinte primeras es:

Entidad
Sociedades (generalmente médicas, pero también educativas, de Psicología,...)
10
Agencias gubernamentales
2
Universidad de Murcia
2
Fundaciones
1
Universidad de Granada
1
Universidad de Huelva
1
Universidad de Sevilla
1
Universidad Islas Baleares
1
Universidad Javeriana Colombia
1
 TOTAL
20

Por lo demás, sobre este debate, el de la validez de los indicadores h como significativos de la relevancia de la producción científica, es agradable coincidir con el Dr. Artal, ya que él lo toma en su carta a los miembros de la comunidad UM como primer mérito.

La segunda cuestión es que la Universidad de Murcia tiene un alma dinámica e innovadora, algo que no es contradictorio con la ambición sino que va más allá: hay un núcleo de profesores relativamente amplio que tiene la pasión de investigar y de enseñar. Que es así lo demuestra que buscan nuevos caminos, o cómo utilizar las posibilidades que ofrece la tecnología digital para mejorar sus métodos de enseñar. No es gratuito lo que digo, he tenido la posibilidad de comprobarlo participando y analizando los resultados de una convocatoria singular, la primera que hay de esas características en la universidad española. Tiene que ver la enseñanza abierta y los recursos abiertos. 

La itinerancia hacia la apertura (iterating toward openness) constituye la investigación, la práctica y la implementación de métodos y recursos para aumentar la efectividad, la asequibilidad y el acceso a la educación postsecundaria, en palabras de Willey y de quien escribe. Este año se ha convocado la cuarta edición PARA PROMOVER PROYECTOS Y ACCIONES DE INNOVACIÓN Y MEJORA EN LA UNIVERSIDAD DE MURCIA. Pues bien, consta de dos líneas, y la segunda de ellas se ha dedicado en todas sus ediciones precisamente al APOYO A LA EDUCACIÓN ABIERTA: Esta línea de actuación tiene como objetivo primordial impulsar iniciativas relacionadas con la producción e integración de recursos y materiales abiertos en las distintas formas de docencia de la Universidad de Murcia, favoreciendo además aquellas que supongan el desarrollo de aspectos inclusivos y personalizadores, así como acceso universal y visibilidad

Ha sido pues un privilegio participar en la elaboración de una convocatoria que utilizaba desde los recursos ya clásicos, pero excesivamente delimitadores de la acción docente como son el Open Courseware, hasta pura y simplemente el uso vídeos de Youtube, de un canal. Pero la gracia o la originalidad no está en la herramienta o en el entorno tecnológico, sino en montar estrategias docentes, formas de operar con alumnos, que, siguiendo lo que dicen las investigaciones clásicas acerca de cómo se produce el aprendizaje, utilicen de forma eficiente y bajo control esos recursos abiertos. No ha sido algo trivial, ni fácil para profesores de ciencias duras. Para los demás tampoco. Pues bien, lo que demuestra lo que decía sobre el alma innovadora y la pasión por enseñar, ha sido la aceptación, amplísima, por los profesores. Cientos de profesores en más de cien proyectos han participado en las tres convocatorias.

Por lo demás, me alegra como he dicho que considere el índice h tan fiable y significativo como para ofrecerlo como primer mérito, el que resume todos los demás. Estoy de acuerdo. En este sentido echo de menos una declaración sobre la realidad de la edición científica, y lo que suponen las recientes normas de ANECA y CNEAI de privilegiar canales sesgados y con intereses divergentes a los de la comunidad científica, intrínsecamente y económicamente. Son insostenibles desde los dos puntos de vista. He tenido ocasión de verificarlo, en palabras directas y claras de la editora en jefe de Clarivate (antigua Thomson –Reuters), donde rechaza (provisionalmente, en los núcleos de WoS) nuestra revista alegando razones exclusivamente de política empresarial. Son ejemplares las decisiones en ese sentido tomadas desde hace tiempo por las universidades de excelencia de EE UU y ahora por las alemanas. Tampoco habla, Artal, de criterios de calidad de la edición científica y de la investigación basados en el autoarchivo: La difusión de la investigación en el contexto de su desarrollo, más allá del impacto o de la citación. Señalado por la Comisión Europea como la opción verde.

… y un tema de fondo. El orgullo de una universidad no es el del territorio. Es el de las comunidades de la ciencia, y el de las sociedades vinculadas a ellas. Así surgieron las universidades y no al revés. Pero se puede decir más aún: En la era del conocimiento y de las redes, la base territorial no puede ser una referencia para la ciencia. 

Ya sé que pretenderlo aquí y ahora puede parecer utópico, pero la referencia de las universidades no pueden ser las comunidades autónomas.  Por cuestión de escala: La escala donde se produce la ciencia no es la de unos pocos (o cientos de) kilómetros o de unos cientos de miles de habitantes, algún millón todo lo más. Temas como los Espacios de Banach, o la metacognición como referencia para el diseño instruccional, no pueden tener como referencia, o no es razonable que tengan como referencia principal, la de los intereses de la población de una región, como la de Murcia, por ejemplo, o incluso la de Cataluña o la del País Vasco. Sí lo es que la Región de Murcia conozca y se preocupe, en sus afanes propios y legítimos, por ubicar focos científicos y de rendimiento en educación superior en su territorio, como puede tener interés traer a Murcia una agencia europea, unos laboratorios o una industria de vanguardia en tecnología. Pero lo principal no es que los criterios por los que se rige una universidad sean los de la comunidad de habitantes (por mucho que sea una comunidad histórica o cultural) o de votantes, y menos los de la comunidad política, sino por principios de la propia dinámica de la ciencia en la escala de un contexto nacional, regional (de regiones en el mundo, como pueda ser Europa, Latinoamérica, etc.),  o de comunidades globales. 

Esto no quiere decir que haya que renunciar al alma murciana de la universidad. Y por supuesto el papel de las entidades políticas locales también es relevante. Pero hay que delimitarlo bien. Es fundamental en cuestiones como es garantizar que se respeten peculiaridades y singularidades inclusivas, como puedan ser las culturales. Y muy importante, de naturaleza clave: Que no se pierda la riqueza que suponen el conocimiento y el talento propio, de la región. Es decir, conseguir que el desarrollo del conocimiento repercuta en donde se produce, Éstos  son los auténticos desafíos y las disrupciones en la sociedad del conocimiento. Pero esto, por muy importante que lo consideremos, y lo es, debiera suponer  una intervención de los poderes regionales limitada a cosas de este tipo. Cuestiones como son, por ejemplo, afrontar las disrupciones universitarias, que no es poco, ahora no se hace.

Por lo demás la metáfora futbolística tampoco es muy afortunada. El aprendizaje, el estudio de cómo la gente aprende, constituye el objetivo de una ciencia tan dura como la nanotecnología, la Inteligencia Artificial (en este caso seguro que más), o los circuitos lógicos. Porque la complejidad de los mecanismos cognitivos que rigen el aprendizaje en los individuos es superior a lo que constituye el objeto de esos otros dominios científicos. Igual sucede con la educación que, además de lo anterior sobre el aprendizaje, implica conocer cómo se produce para organizar de forma eficaz la docencia. Y también sucede  con respecto a formar a investigadores noveles en competencias científicas para conseguir investigadores eficientes. En esto también ya pasó la época de la maestría como método exclusivo de formación investigadora. Una de esas estas competencias es la edición científica con la ayuda de las herramientas y entornos de la Sociedad del Conocimiento.

Sin embargo para muchos lo que sucede en la educación, universitaria en este caso, es muy parecido a lo que sucede con los entrenadores de fútbol. Todos somos expertos. Y el corolario es que discernir sobre ello está al alcance de cualquiera. Sin embargo eso no es así, ni siquiera en el  fútbol. Para conseguir la excelencia científica en planteles de investigadores, como bien sabe Pablo Artal, hacen falta no sólo estrategias, también una formación, y la creación de una cultura y de hábitats científicos. Cuestión que es común y transversal a equipos investigadores, departamentos e incluso universidades. Esa sensibilidad y esa relevancia no se improvisan en tertulias ni en campañas electorales. El interés y la atención a los planteamientos y a las ideas que se tienen de ellas, aunque no sea tan llamativo, sí es percibido por  una masa crítica: la que constituye el núcleo duro de profesores e investigadores.






[1] Con cuatro indicadores Presence Rank*, Impact Rank*, Openness Rank* y Excellence Rank*. Especial importancia tiene el rango de apertura, del que hablamos después, donde la UMU está en el puesto 778, muy lejos del que ocupa en el rango de presencia en la web 252, y que habrá que averiguar ese déficit a qué se debe.

[2] Clasificadas por índice h5 y mediana h5

La América Hispana un páramo de la edición científica no sólo en Educación y en Computación (y II)

En el   post anterior  se analizaban los dos rankings de SCImago-JCR,   sobre la base de datos de Scopus:  el  de paises por su producción c...