Ante la alarma
del coronavirus estos días están regresando del norte de Italia los estudiantes
murcianos del programa Erasmus y de otros programas de intercambio
universitario. En otras ciudades, comunidades e incluso países sucede algo
parecido. Lo hacen porque las madres y los padres los llaman de forma vehemente,
en algunos casos incluso de forma coercitiva, preocupados por las noticias que, de
la ya declarada pandemia, se están produciendo. Como padre que he sido de
estudiantes en esa situación y lo soy de universitario desplazado, los
comprendo perfectamente y me solidarizo con ellos.
También diré
que, desde los años ochenta, estoy preocupado y durante esos
años he hecho lo que he podido porque la tecnología quite o palíe todo tipo de
barreras para la educación. Para que adultos y personas en edad de estudiar, que puede ser cualquiera,
aprovechen al máximo, y con ellos la sociedad, sus posibilidades de desarrollo
personal y sus capacidades con las menos limitaciones posibles. Lo he hecho tanto en el
Ministerio de Educación español, en sus programas de tecnología educativa, como
en mi comunidad autónoma en los programas educativos en los que estado, en las
universidades donde he impartido docencia desde el año 1992, en las
organizaciones en las que he estado, como profesor en el terreno y, desde 1997, en la capacitación de docentes universitarios y en la puesta en marcha de programas
de docencia universitaria on line. Todos los que me conocen lo saben.
En resumen, he
pasado la mayor parte de mi vida profesional ayudando a un aprendizaje sostenible
que, al tiempo que mejore lo que se aprende y el desarrollo de las personas, no consuma papel o consuma el menos posible, y que a la gente le haga aprovechar
más su tiempo aprendiendo allí donde esté en cada momento. También creo que he
contribuido a que los individuos dediquen menos tiempo a desplazarse para adquirir un
contenido de aprendizaje y que cuando lo hagan en tren, autobús o en transporte colectivo, lo cual
es mucho tiempo hoy día en las grandes ciudades, puedan hacerlo estudiando o simplemente
leyendo. En definitiva aprender más aprovechando mejor el tiempo y/o desplazándose
menos.
Dicho esto, voy a ser crítico haciendo
algunas preguntas, por las que también espero ser criticado. No me importa, me alegra.
Proyecto Erasmus y similares. Ya sé
que, con este tipo de programas, se contribuye singularmente al conocimiento mutuo
de los pueblos y de las gentes viajando y conviviendo. Lo acepto sin que nadie
me lo demuestre. Pero todo es relativo. Esos objetivos ¿acaban alguna vez, están
condicionados a alguna restricción, hay algún limite, quién o qué lo marca? ¿a
qué coste es bueno hacerlo? La sociedad en la que estamos global e intercomunicada
¿ha tenido en cuenta los costes, contrapartidas, contingencias e incluso las
amenazas y peligros que implica? ¿son siempre necesarios? ¿a qué coste?
En este
apartado, para empezar, no querría incluir un tema que se pudiera cruzar con
otros como son el de la calidad del aprendizaje ubicuo o el de la nueva
interculturalidad que he tratado en otra partes, en una serie de posts académicos, en un artículo e
incluso en un monográfico de RED. Pero ahí están y sería bueno echar una mirada. Tampoco sé si se ha evaluado
la calidad de los aprendizajes propios de estos programas, de las habilidades especificas
de los estudios de grado o de postgrado y de sus contenidos propios, en estos
programas, no sólo evaluarlo en relación con lo que aprenden en su universidad u otra cercana, sino
con lo que hipotéticamente pudieran aprender en otras modalidades de estudios,
en línea, blended learning, flipped classroom,… en las
universidades de destino.
Esta forma efímera de abordar la interculturalidad ha propendido hacia la banalización como decíamo sen el trabajo citado:
"(...) las metas y métodos de aprendizaje se han banalizado, se han transformado a lo largo del proceso. Byram (1992) lo describió muy bien: “... se ha convertido en la costumbre de enseñar lenguas extranjeras, como si los alumnos fueran a convertirse en turistas y veraneantes en el país extranjero. Se les enseña el lenguaje necesario para la supervivencia en este tipo de situaciones y se les da un poco de información "útil", más bien superficial sobre el país en cuestión. Sin embargo, esto no tiene ningún efecto sobre su visión de su propia identidad y la de los demás; se les invita implícitamente a permanecer firmemente anclada en sus propios valores y la cultura". Esta crítica es
válida en la actualidad, no solo en los aspectos de interculturización que hemos descrito, sino incluso [y cabría decir "sobre todo"] en los aspectos científicos. En definitiva se ha considerado la interculturalidad como una cuestión puramente lingüística. Pero pasar de la enseñanza de las culturas al desarrollo de la competencia intercultural es una tarea compleja para los profesores. El desarrollo de la competencia intercultural en los estudiantes implica un cambio desde un enfoque basado en la información a un enfoque basado en el dominio del análisis cultural y de la comunicación cultural, que permita a los alumnos interactuar con éxito con personas de otras culturas e identidades." y esto se consigue conactividades más profundas y prolongadas que sólo entornos tecnológicos abiertos y una pedagogía adecuada permite.
Esta forma efímera de abordar la interculturalidad ha propendido hacia la banalización como decíamo sen el trabajo citado:
"(...) las metas y métodos de aprendizaje se han banalizado, se han transformado a lo largo del proceso. Byram (1992) lo describió muy bien: “... se ha convertido en la costumbre de enseñar lenguas extranjeras, como si los alumnos fueran a convertirse en turistas y veraneantes en el país extranjero. Se les enseña el lenguaje necesario para la supervivencia en este tipo de situaciones y se les da un poco de información "útil", más bien superficial sobre el país en cuestión. Sin embargo, esto no tiene ningún efecto sobre su visión de su propia identidad y la de los demás; se les invita implícitamente a permanecer firmemente anclada en sus propios valores y la cultura". Esta crítica es
válida en la actualidad, no solo en los aspectos de interculturización que hemos descrito, sino incluso [y cabría decir "sobre todo"] en los aspectos científicos. En definitiva se ha considerado la interculturalidad como una cuestión puramente lingüística. Pero pasar de la enseñanza de las culturas al desarrollo de la competencia intercultural es una tarea compleja para los profesores. El desarrollo de la competencia intercultural en los estudiantes implica un cambio desde un enfoque basado en la información a un enfoque basado en el dominio del análisis cultural y de la comunicación cultural, que permita a los alumnos interactuar con éxito con personas de otras culturas e identidades." y esto se consigue conactividades más profundas y prolongadas que sólo entornos tecnológicos abiertos y una pedagogía adecuada permite.
Congresos. Hay
un libro muy divertido de David Lodge sobre la vida universitaria y los
congresos. Se titula en español “El mundo es un pañuelo”. Habla de la otra actividad
de los investigadores en una despreocupada clave de humor. Es a finales de los
años setenta, no existe ni mucho menos la preocupación, la urgencia en palabras
de Greta Thunberg. Ello le permite hablar, de forma distendida y sin la presión actual, del
desplazamiento incesante por aviones y aeropuertos de los profesores
universitarios. También es verdad que entonces no había aparecido el low cost. Ahora
sucede lo mismo, pero mucho más.
Cuando, en el día de la fecha de este post, escribo en Google,
en mi laptop, la expresión climate change congress aparecen “aproximadamente 210.000.000 resultados en 0,59 segundos). Ninguna referencia a actividades en línea o almacenadas. Nada de webinars, podcasts, etc. Sin embargo aparecen destinos de los más variados: Distintos países europeos, Japón, Singapur,...
Referencias.-Clark, D. (2020). Coronavirus and climate change should accelerate online education and training...
Plan B. https://donaldclarkplanb.blogspot.com/2020/02/coronavirus-and-climate-change-should.html
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